26.1.14

GUARDAPOLVO

Guardapolvo. El agua en la fachada
2 Guardaguas. Cubreagua. Faldón. Sobrepuerta. Sobrecejo. Marquesina
3 Tejaroz. Sobradillo
4 Tambanillo. Tambarillo. Frontón. Tímpano
5 Capirote
6 Guardapolvo. Cobertor. Umbela
7 Mazonera
8 Fajón. Acodo. Chambrana. Chambilla
9 Alfiz. Arrabá. Albanega. Enjuta. Sobaco
10 Bahorrina
11 Vierteaguas. Despidiente. Bateaguas
12 Imposta
13 Cornisa. Vertiente de la cornisa

1 La apertura de un hueco en el muro de fachada plantea problemas de borde ya que el muro debe ser modificado en el entorno del hueco para hacer frente a las dificultades que la discontinuidad introduce. Algunas de estas modificaciones sólo afectan al grosor del muro, que incrementa, por ejemplo, su capacidad portante al colocar dinteles, etc. Trataremos este tipo de adecuaciones de carácter mecánico en el capítulo que encabeza la voz Umbral. Aquí recorreremos únicamente lo que modifica el haz exterior del muro. Se trata, en general, de elementos que tienen su origen en la protección del hueco frente a las aguas que descienden por la fachada. Con los años su diseño se ha ido modificando para contribuir a la conducción de la suciedad y para ordenar las manchas que se producirán en el alzado del edificio.


2 Algunas voces designan los elementos más sencillos, los que simplemente proyectan el agua fuera del plano de fachada: el guardaguas o cubreagua, esto es, «tabla que protege la unión del marco o montante con el dintel [...] para evitar la entrada del agua de lluvia» (T); o el ‘faldón, «platabanda de madera que sustituye a la cornisa sobre puertas y ventanas» (MM), y su sinónimo *sobrepuerta. Un elemento más importante parece ser el sobrecejo que, para María Moliner, además del borde saliente de algo, «es el cobertizo que avanza sobre una puerta, escalinata o andén para resguardarlo de la lluvia». Por su proximidad tenemos que citar aquí la marquesina: «especie de alero o protección de cristal y metal que se coloca a la entrada de edificios públicos, palacios, etc.» RAE). Es una voz que viene de la marquesa, el dosel que marcaba la entrada en una tienda de campaña de cierto rango.
3 La manera más natural de proteger no sólo la fachada sino también un pequeño espacio vecino, un balcón, por ejemplo, es construir un tejadillo encima. Eso es lo que explican voces como tejaroz o sobradillo. La primera hace referencia directa al tejado como solución constructiva, la segunda alude al nombre general de los espacios bajocubierta, el sobrado.
4 Si ese tejadillo se organiza a dos vertientes, se evitará que las aguas caigan por delante del hueco, algo bastante inadecuado en el caso de una puerta de acceso, por ejemplo. Ésta idea sugiere la formación de un pequeño frontón sobre el hueco que conduzca las aguas hacia fuera, pero también hacia los lados del hueco. Esta es la intención del tambanillo o tambarillo (cruce de las palabras tímpano y tambor), descrito por María Moliner como el «frontón que corona una puerta o ventana » y asociado a las voces que se refieren a su modelo original de modo que lo admite como acepción en las entradas correspondientes a frontón y tímpano.


5 Vestida de frontón, nuestra protección adquiere una dignidad que le dará un papel importantísimo en la composición de la fachada; sin embargo, al mismo tiempo en que se produce su desarrollo de esa función estética, se olvida su primigenia función constructiva. Los diccionarios son testimonio de ese olvido, y así nos llega el capirote: «la cornisa con que regularmente se corona una puerta o ventana para su mayor ornato » (BB, MT y T), voz en desuso y que parece acentuar los aspectos ornamentales del elemento. Como tantos otros, el tambanillo, un elemento constructivo de suma difusión en la arquitectura popular, encontró su expresión culta en la arquitectura del Renacimiento, que hizo de él uno de sus elementos compositivos más significativos.
6 Entre todas las voces, no obstante, he preferido guardapolvo porque en su definición los diccionarios parecen moverse entre ambos extremos, la protección y el ornato, y porque además introduce su objetivo en su propia construcción verbal: la protección frente a la suciedad. Los vocabularios tradicionales la acercan a la función decorativa del capirote, mientras que los más modernos le atribuyen una función protectora más próxima al sobradillo. Por esta ambigüedad y por su propia composición parece que es la voz más próxima al elemento que queremos describir: la moldura, cornisa o regata que nos ayudará a evitar las excesivas concentraciones de agua en las zonas de estanquidad más delicada, los huecos, y que desviará la primera agua de lluvia cargada de suciedad hacia las zonas escogidas. Recuérdese también su uso como: «prenda de vestir que se pone sobre los otros vestidos, por ejemplo para trabajar o, antiguamente, para viajar, para preservarlos de la suciedad. Cualquier cosa con que se cubre otra para preservarla del polvo» (MM). El mismo tono tienen dos voces que cita Paniagua: cobertor, «cornisa volada sobre puertas y ventanas»; y umbela, como sinónimo de guardapolvo o como «doselete plano».


7 Las implicaciones estilísticas del elemento han sido tan importantes que su diseño ha sido objeto de las más diversas intenciones expresivas.
Es significativo el caso del guardapolvo inverso de Guimard, una ranura bellamente dibujada en la piedra que debe conducir parte de la escorrentía de la fachada hacia los macizos que enmarcan la ventana.
Probablemente con la misma función protectora que el guardapolvo pero más cerca de ser un simple subrayado del perímetro del hueco, están una serie de elementos que enmarcan la ventana con alguna forma de resalte, el más sencillo parece ser la mazonera, descrita como regrueso en relieve que enmarca la obra (MM), aunque, en general, parece que la obra de mazonería es cualquier obra de albañilería (masonería) abultada o en relieve (P).


8 Muy similar es el fajón, pero Paniagua exige –curiosamente- que sea realizado con yeso: «recuadro ancho de yeso que enmarca los vanos de puertas y ventanas». La incorporación del término moldura a algunas de estas definiciones atestigua el incremento de la función decorativa; así sucede, por ejemplo, con acodo, descrita como «moldura resaltada que forma el cerco de un vano» (T). También la chambrana se muestra ya totalmente decantada hacia esa función: «labor decorativa dispuesta alrededor de puertas y ventanas», un vocablo que, según Paniagua, proviene del francés chambrande. Es curioso que esa palabra también defina «cada uno de los travesaños que unen las patas de una mesa o silla para darle mayor consistencia» (P), y en ese sentido parece introducir la idea de marco rígido. Por fin, la chambilla añade otra función muy precisa, la del «cerco de piedra que recibe y afirma una reja de hierro» (T).
9 La arquitectura árabe organizó alrededor de la parte superior del hueco una serie de elementos decorativos en los que es difícil deslindar los aspectos funcionales de los que tienen como objetivo la ordenación de la fachada o de los que son simplemente decorativos. Se trata de insertar el arco de herradura en un gran rectángulo denominado alfiz, «moldura o resalte en recuadro que enmarca el vano en arco» (P). Esta voz encuentra su origen, según el autor, en al-ifriz (en árabe ornamento arquitectónico), y se considera sinónima de arrabá, que significa el cuadro.
Cada triángulo comprendido entre el alfiz y el arco es la albanega, que puede estar adornada con toda clase de elementos decorativos; este término puede corresponder a las voces de origen latino enjuta o sobaco (P), descritas como «cada uno de los espacios triangulares resultante de inscribir un círculo o un arco en un cuadrado» (MM).
10 La protección frente al polvo y la suciedad que arrastran las primeras gotas de lluvia es un aspecto olvidado en el diseño de la fachada moderna. La tradición ha concebido múltiples elementos para esa protección y ha dado diversos nombres a esa mezcla de agua y suciedad, entre ellos bahorrina, «suciedad revuelta con agua. Cualquier clase de suciedad» (MM).


11 En la arquitectura histórica aparecen muchos otros elementos cuya misión es reducir la cantidad de agua que corre por las fachadas, además de los que ya hemos visto que se dedican específicamente a proteger los huecos. Su nombre genérico, y el que mejor describe su función, es vierteaguas. Lo hemos citado también entre los elementos de carpintería, pero su definición general lo asocia preferentemente a la albañilería y a la fachada: «elemento destinado a desviar el agua de lluvia impidiendo que ésta se deslice por el paramento de un muro. Moldura en saledizo sobre puerta o ventana destinada a desviar el curso del agua que se desliza sobre el paramento» (P). O también despidiente: «cualquier elemento que protege y evita que el agua de lluvia se deslice sobre otro o se introduzca en alguna parte» (P). Definición muy similar a la de bateaguas, aunque, para el mismo diccionario, ésta introduce una visión más general, útil para señalar elementos menos asociados al clásico resalte lineal de la fachada: «en general lo que sirve para cambiar el curso del agua de lluvia, impidiendo que ésta penetre o se deslice perjudicialmente».
12 Otros dos elementos de gran importancia en la composición de la fachada inciden significativamente en la conducción de las aguas: la imposta y la cornisa. La imposta, que originalmente era el apoyo de un arco o una bóveda (impostar, poner sobre), se transforma en una «cornisa o hilada en voladizo que, en la fachada de un edificio, acusa el plano horizontal de intersección entre dos plantas superpuestas» (P).
Se trata, pues, de un elemento simplemente ordenador del alzado, pero no puede evitar, con su resalte, convertirse en un despidiente, y para conseguir ese resultado se dibuja su perfil y se ejecuta su labra en la cantería tradicional.
13 La cornisa, aunque será analizada con todo detalle al tratar el sofito, tiene un papel tan importante en la proyección de las aguas más allá de la fachada que no puede dejar de ser citada aquí. Según Paniagua, la cornisa es «la moldura, o conjunto de ellas, que remata un elemento o un cuerpo. Su función originaria es la de evitar que el agua de lluvia incida directamente sobre el muro o se deslice por el mismo». Muchos diccionarios incluyen específicamente la expresión vertiente de la cornisa por la importancia que tiene la evacuación del agua sobre la propia cornisa o imposta. En algunos edificios esos planos horizontales entretienen el agua y producen humedades y filtraciones en el paramento superior.
14 La arquitectura moderna ha barrido de la fachada todos los elementos compositivos de sabor historicista sin mayor consideración hacia su función, en este caso al servicio de la estanquidad de los huecos. Sólo la posmodernidad ofreció algunas recuperaciones, quizá demasiado literales, del capirote neoclásico; pero lo cierto es que el problema de la conducción de las aguas y del control del ensuciamiento de la fachada sigue ahí.

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